La danza Apsara es una de las más importantes y emblemáticas del repertorio tradicional de Camboya, profundamente impregnada del legado cultural de la antigua civilización jemer. Esculpida en los bajorrelieves de Angkor Wat desde el siglo IX, esta danza no es solo una expresión artística, sino que también posee un carácter espiritual, íntimamente ligado a la historia y las leyendas jemeres. Este artículo explora sus orígenes, significado, técnicas, proceso de formación y su resurgimiento a lo largo del tiempo.
La danza clásica camboyana, también conocida como danza Apsara, es una herencia transmitida por los antepasados jemeres desde la antigüedad. Está representada en los bajorrelieves de Angkor Wat desde el siglo IX, durante el reinado de Jayavarman II.
La Apsara es una danza clásica marcada por la gracia y la elegancia, con posturas fluidas y gestos delicados. Su origen se remonta a la mitología hindú, donde las Apsaras son ninfas celestiales encargadas de bailar y cantar para los dioses. Al ejecutar sus danzas, estas figuras mitológicas infunden fertilidad a la naturaleza y esparcen amor y felicidad por el mundo.
Según la leyenda, las Apsaras surgieron durante el batido del océano de leche por parte de los dioses, en su búsqueda del amrita, el elixir de la inmortalidad.
Antiguamente, la danza Apsara solo era interpretada en el interior del palacio real camboyano. No fue sino hasta la década de 1960 que se presentó en el extranjero, ganando así reconocimiento internacional.
Durante los conflictos bélicos, especialmente bajo el régimen de los Jemeres Rojos, el arte de la danza jemer estuvo al borde de la desaparición, con cerca del 80 % de los artistas reales ejecutados. Sin embargo, este arte ha vivido un renacimiento notable en las últimas décadas. En particular, la danza Apsara fue revitalizada en el siglo XX gracias al impulso de la princesa Bopha Devi.
En 2003, la UNESCO inscribió la danza Apsara en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconociéndola como un tesoro invaluable de la civilización jemer.
Las bailarinas Apsara no son solo artistas; también desempeñan un papel como intermediarias entre los seres humanos y las divinidades, transmitiendo mensajes sagrados a través de sus movimientos llenos de gracia. En las ceremonias reales y religiosas, son consideradas ángeles vivientes que ejecutan danzas sagradas para invocar la prosperidad del reino y del soberano.
Hoy en día, la danza Apsara se enseña a las nuevas generaciones en todo Camboya. Las bailarinas se entrenan para ejecutar movimientos fluidos y sincronizados, manteniendo siempre una expresión serena y la característica posición de los dedos curvados. Los visitantes pueden admirar estos hipnóticos espectáculos cada noche en restaurantes de las principales ciudades, especialmente en Siem Reap, donde se encuentra el majestuoso templo de Angkor Wat.

A diferencia del ballet occidental, que se centra en el movimiento de las piernas, la danza jemer pone énfasis en los gestos de las manos y en la armonía de todo el cuerpo. A diferencia de la danza india, donde cada dedo tiene un significado específico, la danza jemer utiliza toda la mano para expresar emociones y contar historias.
El cuerpo de la bailarina está en constante movimiento, flexible y fluido, creando líneas elegantes que recuerdan las ondulaciones del agua. Para lograr una ejecución perfecta, las bailarinas se entrenan a diario desde el amanecer, realizando ejercicios intensivos de flexibilidad que implican manos, piernas, cuello y rodillas.
Uno de los movimientos más complejos consiste en arrodillarse sobre una sola pierna y levantarse únicamente con la otra, sin utilizar ambas al mismo tiempo. Muchas de las posturas y secuencias tienen su origen en la veneración al mítico naga, la serpiente sagrada símbolo de la tierra y el agua, frecuentemente representada en los rituales jemeres.
La Academia de Danza Real de Phnom Penh selecciona a niñas desde los 8 años, basándose en criterios como la belleza, la salud y la sensibilidad musical. Históricamente, las bailarinas reales vivían dentro del recinto del palacio, aisladas del mundo exterior, y debían someterse a una disciplina estricta para preservar la pureza y perfección de su arte. Más información: Todo sobre el Palacio real de Phnom Penh
El vestuario de las bailarinas Apsara está inspirado en los bajorrelieves de Angkor Wat, reflejando la elegancia y simbolismo de esta danza sagrada.
Todo el traje está confeccionado sin botones ni broches; se cose directamente sobre la bailarina para lograr un ajuste perfecto. La elaboración de estos trajes es una tradición ancestral transmitida de generación en generación. Sin embargo, hoy en día este oficio se está perdiendo debido a la minuciosidad que requiere y al elevado coste de fabricación.
La danza Apsara se presenta en varias categorías, cada una con un significado y un contexto específicos:
La danza Apsara no se limita a ser un arte escénico; forma parte integral de los rituales tradicionales jemeres:
The Angkor Village Hotel
El Teatro Apsara, ubicado dentro del Angkor Village Hotel, es un lugar emblemático dedicado a la preservación y transmisión de las artes escénicas camboyanas. Desde 1997, este teatro —el más antiguo de Siem Reap— desempeña un papel clave en el renacimiento de las danzas tradicionales jemeres y en la protección del rico patrimonio cultural del país. Es considerado el mejor lugar para disfrutar de un espectáculo de danza Apsara en Siem Reap.
Además de este teatro especializado, numerosos hoteles y restaurantes de Siem Reap ofrecen espectáculos nocturnos de danza Apsara, a menudo acompañados de un buffet o un menú tradicional jemer. Entre ellos destacan:
CONCLUSIÓN
La danza Apsara es mucho más que un legado cultural de Camboya; encarna la resiliencia y el renacimiento de una tradición profundamente enraizada en la historia jemer. A pesar de las dificultades del pasado, este arte refinado ha sabido preservar su esplendor y continúa brillando. Gracias a los esfuerzos de restauración impulsados por la Reina Kossamak y la Princesa Bopha Devi, la danza Apsara no solo sigue viva: prospera, erigiéndose como un símbolo de orgullo nacional para el pueblo jemer.
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